miércoles, 26 de septiembre de 2007
Del Mismo Jazz o All That Oslo
Aqui estamos trabajando en "Del mismo Oslo" ultimo cortometraje dirigido,co-escrito,interpretado y montado por un servidor. Esta es una captura del film(a que queda precioso que se vea la ventanita mac).
Anoche revisite una de mis más favoritas peliculas "All that Jazz" de Bob Fosse ,peliculon que a mi entender vive en una oscuridad totalmente inmerecida. No dire más sobre ella por que no hay nada que pueda aportar más interesante que verla y por que los criticos me revientan y no me convertire en uno de ellos. Pero el tema de enlazar mi ultimo corto con una de mis peliculas favoritas es por que en la enesima revisión de esa obra de arte hay una frase del personaje principal que enmarca justamente el momento en el que se haya mi cortometraje. "Solo es un primer montaje faltan la musica y los titulos" Es una frase insulsa fuera del contexto en el que lo dice el personaje(realmente habla de su vida),pero esos momentos en los que en una de tus peliculas favoritas la linea temporal coincide con la que tu estas viviendo,al menos para mi,resultan magicos,más que eso,motivos para vivir y reafirmarme en mi teoria sobre cualquier expresión artistica."Crear cualquier obra,libro,comic,cortometraje,escultura,grabado...es más importante que cualquier legislatura democratica completa" Evidentemente a esta frase acompaña un desarrollo,pero invito al que quiera oirlo a invitarme a una caña o un licor cafe.
Extraños Saludos
viernes, 14 de septiembre de 2007
Nuevo Videoclip de Felix Arias
Una verdadera fortuna hacer videoclips de un musico que me gusta,dinero no ganas,pero lo que te ries
Los Ciempies y los Gusanos
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a ver cuando consigo comprimir algo para que se vea con la calidad que se merece
viernes, 7 de septiembre de 2007
NightforDay
Y entonces el bueno de FranÇois decidio enseñarnos las diferencias entre un travelling expresivo,y uno bien hecho. Eso son los 10 primeros minutos de la maravillosa "La noche Americana".
¿Por que casi nadie habla del mejor director de cine de la historia?¿Por que gente como tarantino,Spielberg o Kaurismaki estan mejor considerados cuando no tienen ni una decima parte de la calidad narrativa del genio frances?En fin,mejor para mi,siempre preferi disfrutar de las salas de cine vacias.
Comment te dire adieu (Goland/Gold/Gainsbourg)
Sous aucun pretexte, je ne veux
avoir de réflexes, malheureux
il faut que tu m'expliques, un peu plus mieux
comment te dire adieu
Mon coeur de silex vite prend feu
ton coeur de pyrex résiste au feu
je suis bien perplexe, je ne veux
me résoudre aux adieux
Je sais bien qu'un ex amour n'a pas de chance
Ou si peu
mais pour moi une explication voudrait mieux
Sous aucun prétexte je ne veux
devant toi surexposer mes yeux
derrière un Kleenex je saurais mieux
comment te dire adieu
comment te dire adieu
Tu as mis à l'index
nos nuits blanches, nos matins gris-bleu
mais pour moi une explication voudrait mieux
Sous aucun prétexte, je ne veux
devant toi surexposer mes yeux
derrière un Kleenex je saurais mieux
comment te dire adieu
comment te dire adieu
comment te dire adieu
P.D
Otra de mis fotos,esta la hice en un maravilloso Abril que pase en tierras Germanicas.Carlos,tenemos que vernos esta semana,la que entra,llamame si te acuerdas o te apetece,ya que perdi tu telefono.Guillermo un fotografo llamado desastre
martes, 4 de septiembre de 2007
Como tener Razon hablando de "cine español"
TRIBUNA: DAVID TRUEBA
Esa cosa llamada "cine español"
DAVID TRUEBA 04/09/2007
A cualquier persona con dos dedos de frente nada le producirá más pereza que decir lo que es obvio. Y, sin embargo, mucho me temo que a veces es imprescindible hacerlo. En estos días se debate otra Ley de Cine, y se va a hacer bajo uno de los climas más hostiles que se recuerdan contra esa cosa llamada "cine español". Alguien me decía hace poco que cómo era posible que frente a la animadversión brutal a la que está sometido el cine hecho en España ninguno de sus profesionales levantara la voz para defenderse. Bueno, hay una razón evidente: ningún cineasta español está dispuesto a defender todo el cine español. Es más, a cualquiera de ellos una gran parte de la cosecha anual de películas le parece mediocre. Sería algo tan absurdo como que un pintor contemporáneo tuviera que defender toda la pintura contemporánea, o un periodista español toda la prensa española. Y hay que sumarle otro factor: el miedo. Los mayores ataques contra el cine vienen de grandes grupos mediáticos, empresariales, salas de exhibición, y enfrentarse a ellos puede dejar a un cineasta no sólo en paro, sino en una insoportable soledad. Nadie puede culpar a la gente por correr a guarecerse con la que está cayendo. Quizá porque llevo año y medio dedicado a terminar una novela, escribo esto con la distancia que me da no sentirme alguien del cine, al menos hoy.
Milos Forman dijo que las películas malas son el abono que permite nacer a las buenas. En ningún país del mundo se ha logrado evitar que un porcentaje elevado de sus películas sean fallidas. Si hubiera una fórmula para lograr el acierto artístico, estoy seguro de que alguien ya la habría patentado. Exigirle al cine español que no haga películas malas es como exigir a los hospitales que no haya muertos. El hecho de que buena parte de las películas estén amparadas por una ayuda pública que compense su difícil rentabilidad crea una comprensible incomodidad social. Pero en un país donde fundaciones, partidos políticos y empresas reciben ayudas millonarias, donde los medios de comunicación obtienen una fuerte inyección de dinero procedente de la publicidad institucional, parece algo triste que sea el teatro, la danza o el cine los únicos que tengan que avergonzarse del amparo estatal. Lo razonable sería que si Delphi o Samsung reciben subvenciones a cambio de generar puestos de trabajo en nuestro país, también se considerase como fuente de riqueza el vigor de la industria audiovisual.
Pero qué profunda pereza hablar de subvenciones. El ideal es suprimirlas, y para ello lo decente sería reformar el mercado hasta conseguir la igualdad de oportunidades. Menos paternalismo y más arrojo para llegar al origen del agravio. Somos el país del mundo que proporcionalmente más dinero entrega a la industria norteamericana, así que no es fácil que suelten el mordisco, sino que más bien la tendencia sea a comernos del todo. Lo natural sería preguntarse por qué están llenas nuestras escuelas, cursos y cursillos de jóvenes que aspiran a trabajar un día en esa cosa llamada "cine español" si es algo que no tiene derecho a existir. No sean idiotas, papás y mamás, que no les sigan sacando la pasta. Obliguen a sus chicos a buscarse otra vocación. No lo duden, montar un macroburdel es en nuestro país muchísimo más rentable, y sin embargo no hay 10.000 alumnos peleándose por acceder a algún máster que aleccione sobre tan antiguo oficio.
Pero donde decir lo obvio se hace más necesario llega ahora. ¿Es malo el "cine español"? Los historiadores consideran que elúnico momento de idilio entre la sociedad española y su cine se produce en los años de la Segunda República. Quizá el esfuerzo de entonces por dignificar la cultura popular no haya sido nunca superado. Hace 30 años comenzamos una transición política y económica, pero me temo que la educación y la cultura no eran negocio. Si algo caracteriza a obras maestras del cine español como El verdugo, Surcos, El pisito, Del rosa al amarillo, Viridiana, El extraño viaje, La tía Tula o Canciones para después de una guerra es que están hechas con precariedad de medios, ante la indiferencia de la población, con el desprecio de la élite y al margen de la estructura de explotación más poderosa. ¿Por qué ahora habría de ser diferente?
Una gran parte de la ofensiva contra esa cosa llamada "cine español" nace de su presencia en primera línea de protesta contra la invasión de Irak. No fue debido a una valentía particular. Una sociedad mayoritariamente sublevada contra una decisión del poder necesita de aquellos elementos con relevancia mediática para expandir su disgusto. Y ahí termina, porque sería penoso arrogarse una superioridad moral permanente o utilizar esa relevancia para capitanear toda causa, desde la razonable a la descabellada.
Pero hay una independencia del cine más molesta aún que esa no tolerada impertinencia política: es la independencia económica. Se ha hablado mucho de la figura del productor independiente. Se ha dicho que los productores españoles son la hez de la tierra. Puede ser. Tampoco sería novedoso que un productor fuera un empresario que quisiera enriquecerse por todos los medios. Lo raro es que un año nominaran a un productor de cine al Premio Nobel de la Paz. Ser productor independiente significa sencillamente estar al margen de las cuatro o cinco empresas que dominan toda la producción audiovisual del país, es decir, las que disfrutan de las concesiones televisivas, curiosamente también dueñas de los periódicos y radios, y quizá por ahí venga alguna razón que explique la unanimidad en los ataques a esa cosa llamada "cine español". Sería mucho mejor para estas empresas, y esto creo que lo van a entender ustedes, que gente como Almodóvar, Amenábar, Álex de la Iglesia, Fernando León, José Luis Cuerda, Jaime Rosales, Javier Fesser o Isabel Coixet fueran empleados suyos y no firmas independientes capaces de producir su propia película y a veces la de un joven debutante. Ésa es la verdadera independencia que se ataca, que hay que destrozar. La excusa política es momentánea, pasará. Pero la batalla económica, ésa no termina nunca.
Podemos seguir repitiendo obviedades hasta el día del juicio final, juicio que espero que sea más justo que el que en cada titular de periódico, comentario y tertulia recibe esa cosa llamada "cine español". ¿Es razonable el escarnio? Hombre, muchas películas lo merecen. Pero hay que juzgar las películas, no el cine. Cuando en un edificio se detiene a un criminal no se encarcela a todos los vecinos. Llama la atención que el lugar del mundo donde actores consolidados en el mercado internacional como Victoria Abril, Antonio Banderas, Penélope Cruz o Javier Bardem tengan que enfrentarse a más prejuicios y despelleje sea precisamente el país donde han nacido. También es digno de estudio, y no de encuesta en la calle, sino de análisis psiquiátrico, que esa cosa llamada "cine español" haya recibido en los últimos años cascadas de vituperios cuando ninguna cinematografía no angloparlante ha colocado más películas y profesionales, incluidos cortos y un documental, en la carrera por los Oscar, por citar sólo un premio que a todo el mundo le pone muy cachondo. Pero se me olvidaba: cualquier acierto o éxito de esa cosa llamada "cine español" es siempre tratado como una excepción. Por eso, el único elogio que se hace a una película española es: "No parece española".
Es difícil luchar contra los mitos. Sólo se puede invitar a la gente a mirar de frente. La industria del cine produce demasiado dinero y demasiada influencia como para renunciar a ella. Es imprescindible revisar el sistema para evitar el fraude, como en otros campos, pero sabiendo que nunca evitaremos los errores artísticos. No se trata de defender las malas películas, sino las buenas. Las que no pueden competir, las maltratadas y las que logran sobrevivir bajo las estrellas y años después son nuestro orgullo. Los futuros cineastas españoles van a ser mucho mejores que la mayoría de los actuales, pero sólo si les dejan explotar su vocación con libertad e independencia, aunque paguen con precariedad, inseguridad laboral y desprecio generalizado su atrevimiento. El que quiera un trabajo más cómodo, que se busque otra cosa.
Y pese a los insultos que nos dediquen en las tertulias del día, es de ley que defendamos con la cabeza bien alta, por ejemplo, que una actriz maravillosa como Marian Álvarez haya recibido el premio de interpretación en el Festival de Locarno, pese a que pocos lleguen a enterarse y, lo que es peor, a ver su película, abducidos por ese lugar común, esa bofetada sin riesgo de devolución y esa satisfacción despreciativa de los opinadores cada vez que insisten, regocijados en su superioridad, en la absoluta basura que es esa cosa llamada "cine español".
David Trueba es novelista y director de cine. Su último filme estrenado es el documental La silla de Fernando.